Hoy ha partido para siempre Fernando Peña. Un grande para muchos, un pelotudo para otros tantos. Pero ni grande ni pelotudo, un ser especial, con todas sus controversias y escándalos. Un tipo que siempre dijo lo que quiso e hizo lo que sintió. Qué grande es eso. Cuántos de nosotros posee semejante fortaleza, pocos seguramente.
Su incontinencia verbal y actuante pudo haber sido en determinados momentos, errada; pero no por eso menos verdadera.
Fernando Peña era capaz de decirle a “su público”, aquel público que pagó la entrada para ver su show, que eran unos hijos de puta. Así nomás. O quedarse desnudo frente a una decena de periodistas, sólo por mostrar su esencia. Acto que muchos consideraron obsceno y denigrante, pero que muchos otros aplaudieron. Así de controversial era. Así de entrañable será.
Hoy se apagó una voz, una mente brillante y un renegado de la miseria humana.