Una estela sepia tras de mí anuncia la partida de una sucesión de días y noches, de meses y estaciones, de risas y llantos, y de amor a la distancia.
Muchas cosas han pasado, y muchas más han quedado, guardadas aquí dentro, donde todo late y vive.
He sido la pluma y la hoja, he desojado carcajadas y algunas lágrimas esquivas, he dibujado cientos de noches ausentes en el aire, he amado y he sido amada. Pero en verdad la cantidad de cosas que haya hecho o dejado de hacer en el transcurso de éstos trescientos sesenta y cinco días, sólo adquieren real importancia por las huellas que éstas supieron dejar.
Tras de mí comienzan a desdibujarse los últimos pasos y en una especie de flashback, puedo ver la sucesión de cientos de instantáneas, imágenes mentales, que dan vida y permanencia a esos recuerdos que guardaré celosamente en mi corazón.
Como siempre, cuando llega ésta época del año, tendemos a hacer un balance de todo lo que nos ha dejado; y luego, abandonamos la nostalgia para embarcarnos en nuevos sueños y proyectos para ese nuevo tiempo que se avecina.
Puedo decir que en el balance que he hecho de éste año, quiero destacar que fui feliz, pues tuve amor y salud, el dinero... un pendiente para éste nuevo año.
¡Felices Fiestas!