Allí estaba, parada, simplemente parada en un rincón de la habitación. Allí estaba, parada y mirando, mirando y llorando, llorando y muriendo. Frente a mí, la cama, las sábanas revueltas, las prendas dispersas por el piso, la tenue luz de luna entrando por la ventana, vos desnudo y durmiendo, yo desnuda y durmiendo, nosotros abrazados y exhaustos.
Allí estaba, inmóvil, petrificada y esperando, contando los minutos con mi agónico pulso, mientras un charco de sal crecía bajo mis pies. Frente a mí, la sucesión de imágenes y recuerdos, momentos reproduciéndose, superponiéndose, y detrás, nosotros fundidos en un mismo sueño. Allí estaba, otra vez, simplemente parada en un rincón de la habitación. Allí estaba, una vez más, despidiendo una última noche, velando un último despertar juntos.
Allí estaba, parada y mirando, mirando y llorando, llorando y muriendo.
Allí estaba, parada y mirando, mirando y llorando, llorando y muriendo.
