25 feb 2008


ºo.O YO, LA AUTISTA O.oº

Hay días en los que desearía poder estar sola. Sola, sola, sola. Solo yo y mis pensamientos. Poder sentarme a tomar unos mates con la mirada perdida en el poniente… y husmear en los recuerdos, y soñar con el futuro. Sola.
Esta casa está siempre llena de gente, unos tantos conviviendo, otros tantos yendo y viniendo. Hay momentos en los que te entretiene, y otros en los que se torna sumamente asfixiante.
Muchas veces reniego de este defecto de autismo con el que cargo, y muchas veces más, otros me lo hacen notar. Y entonces me pongo fastidiosa, ganas de irme a cualquier lado…
Es que cuando uno está así no hay nada peor que la insistencia de aquellos que se quieren comunicar, que necesitan ese ‘feedback’ que no uno no está dispuesto a dar. Cuando estoy así estoy mal, porque quiero perderme en el silencio y a su vez me remuerde la conciencia ver los vanos intentos de algunos por sacarme de allí. Se que bordeo la delgada línea del autoexilio social, pero a veces ciertamente lo necesito.
En esta casa no tengo un lugar, un espacio físico que me pertenezca solamente a mí, en el que pueda recluirme. Todos los espacios son compartidos, así es que cuando me da el ataque de ‘gente-fobia’, me escapo y me refugio en el baño, donde paso varios minutos sentada sobre la tapa del inodoro. Sola. Hasta que alguien golpea la puerta preguntando si me falta mucho…
Les puedo asegurar que a veces una familia numerosa es un dolor de cabeza.
El único lugar que siento realmente mío, y que ha hecho las veces de refugio, es un lugar que no tiene paredes, ni puertas, ni siquiera una ventana; ese lugar es tan solo un blog, éste. Sí, un blog, que nació desde el abismo y poco a poco fue creciendo y haciendo las veces de refugio de mis pensamientos desvariados y mis versos tantas veces balbuceados.
Hoy recuerdo esos días en que todo se inició y me pregunto que sería de mí hoy si no hubiese encontrado este espacio de fuga… También debo agradecer al blog porque a través de él conocí a mi amor, que es mi paz y la luz de mi vida; y puedo decir que también mi lugar de refugio, donde ansío siempre volver.
A veces quisiera ser más normal, de hecho me hubiese gustado haber sido una nena más normal en mi infancia... Digo esto y me viene el recuerdo de una conversación con Cristian, donde me decía estas mismas palabras pero sobre sí mismo. Y en cierto modo, nos parecemos.
Lo cierto es que mi soledad va de la mano con su soledad, y cuando estamos juntos siento que no soy un bicho tan raro después de todo…