Como siempre para esta fecha, tengo la necesidad de arrojar unas letras acerca de la bendita navidad. Quizás lo que tengo para decir, ya lo habrán dicho otros, ya habrá sido leído hasta el hartazgo, pero seré simplemente una más si me lo permiten.
Pues, daré comienzo si nadie se opone por ahí... ¿Nadie? Perfecto.
Desde aquellos años en que deje de lado mi adolescencia, comencé si bien no a detestar, sí a sufrir o padecer las navidades.
Comenzó a fastidiarme ese espíritu navideño que se respira en el aire desde fines de noviembre más o menos, deje de esperar la noche buena con ansias y esperanzas, ya no disfrutaba ir a hacer las compras navideñas. De hecho, dejé de hacerlo hace rato ya, de eso se encargan casi siempre mi mamá y mi hermana. Yo me encargo de fastidiarme y renegar de las fiestas, cual especie de ogro.
Pero todo tiene siempre un por qué, una causal, un desencadenante...
Pues, las navidades comenzaron a perder mi interés desde el día en que noté que esa mesa navideña se hallaba cada vez más vacía, desde el día en que di cuenta de que las navidades ya no serían otra vez las que supieron ser cuando era niña. Nostalgia que le dicen.
Sé que esos tiempos de ayer, jamás volverán, lo sé. Sólo espero y deseo que mis navidades, y mi vida básicamente, comiencen a cambiar. Por el momento, sigo embebida en mi fastidio navideño.
Éstas fiestas me encuentran particularmente triste, pues sí, para que negarlo. La única persona que deseo que esté conmigo en estos momentos, con la que deseo levantar mi copa y brindar mirando a sus ojos y darle un gran beso y un abrazo, no está. Esta noche sólo podré pensar en vos, extrañarte como nunca y amarte como siempre.
Esta noche estaré en ésta bendita ciudad levantando mi copa y brindando con mi familia como hace tantos años ya, pero mi corazón, sí, mi corazón esta vez estará a mil kilómetros de distancia junto a vos, latiendo con vos, adosado a vos.
Lo que hace que estas fiestas no sean iguales a todas las anteriores, sos vos, es tu amor.
Te amo vida.
A Cristian.
Pues, daré comienzo si nadie se opone por ahí... ¿Nadie? Perfecto.
Desde aquellos años en que deje de lado mi adolescencia, comencé si bien no a detestar, sí a sufrir o padecer las navidades.
Comenzó a fastidiarme ese espíritu navideño que se respira en el aire desde fines de noviembre más o menos, deje de esperar la noche buena con ansias y esperanzas, ya no disfrutaba ir a hacer las compras navideñas. De hecho, dejé de hacerlo hace rato ya, de eso se encargan casi siempre mi mamá y mi hermana. Yo me encargo de fastidiarme y renegar de las fiestas, cual especie de ogro.
Pero todo tiene siempre un por qué, una causal, un desencadenante...
Pues, las navidades comenzaron a perder mi interés desde el día en que noté que esa mesa navideña se hallaba cada vez más vacía, desde el día en que di cuenta de que las navidades ya no serían otra vez las que supieron ser cuando era niña. Nostalgia que le dicen.
Sé que esos tiempos de ayer, jamás volverán, lo sé. Sólo espero y deseo que mis navidades, y mi vida básicamente, comiencen a cambiar. Por el momento, sigo embebida en mi fastidio navideño.
Éstas fiestas me encuentran particularmente triste, pues sí, para que negarlo. La única persona que deseo que esté conmigo en estos momentos, con la que deseo levantar mi copa y brindar mirando a sus ojos y darle un gran beso y un abrazo, no está. Esta noche sólo podré pensar en vos, extrañarte como nunca y amarte como siempre.
Esta noche estaré en ésta bendita ciudad levantando mi copa y brindando con mi familia como hace tantos años ya, pero mi corazón, sí, mi corazón esta vez estará a mil kilómetros de distancia junto a vos, latiendo con vos, adosado a vos.
Lo que hace que estas fiestas no sean iguales a todas las anteriores, sos vos, es tu amor.
Te amo vida.
A Cristian.
