12 jun 2006

°o.O RÉQUIEM PARA UN LOCO O.o°



¿Qué requisitos debe cumplir una persona para ser calificada como “loco”? Tal vez deba hablar solo o tener comportamientos extraños ante la vista de los demás. ¿Cuál es el límite que separa la cordura de la locura? ¿Cuál es el límite entre la realidad y la fantasía?
Como saber el momento exacto en que uno se aleja del terreno de la racionalidad para inmiscuirse en los pantanos del desquicio. Que se sentirá… nada, absolutamente nada.
Dicen que “de poetas y de locos todos tenemos un poco…”, pero cómo saber cuándo es demasiado… cuándo es poco. Con que aparato se mide el grado de la locura. Un estado tan complejo del ser como es la locura, ¿es posible medirse científicamente? Yo no lo creo.
Lo que yo creo, sinceramente, es que el ser humano cuando nace trae consigo su pequeño grado de locura que será el que forje su personalidad futura. Pero la sociedad, que se constituye como un sistema perfectamente engranado, avanza sobre ese pedaso de locura que comienza a nacer dentro de todos nosotros. Se interpone en su camino, y la apacigua, la amansa, la adormece… con el sólo fin de que podamos ser aceptados por el resto de la sociedad.
Sólo pequeñas reminiscencias de esa locura afloran en nosotros a lo largo de la vida como características de nuestro carácter o personalidad. Pero a veces, esa locura comienza a encenderse… primero como una chispa, luego como una pequeña llamita, y finalmente aflora en llamaradas ardientes que se consumen lo poco que quedaba de racionalismo dentro de nuestro ser.
Es entonces… cuándo podría decirse que de entre las llamas se asoma la locura intimidante, y se interpone ante el mundo. Se dice, se da a conocer… y la sociedad se espanta, se escandaliza.
Yo me considero loca, hasta podría decirse, rematadamente loca… lo sé porque siento profundamente, lo sé porque el fuego me quema por dentro, lo sé porque mis pensamientos van más a allá, lo sé porque son pocos los que me entienden, lo sé porque siento como me alejo cada vez más de la supuesta “realidad” que nos imponen, lo sé porque convivo con ella…

ALGÚN DÍA LOS LOCOS MOVEREMOS AL MUNDO…

°o.O HOY ME TOMO DE LA MANO O.o°



Una vez más, la madrugada me invita a recorrerla con mis palabras. Cada vez se me hace más frecuente la necesidad de compartir tiempo conmigo, de abstraerme del mundo que me rodea y dedicarme simplemente a mí… a conocerme, a charlar conmigo, a pensar, a amalgamarme con mi yo interno.
No hace mucho que descubrí el placer de la soledad, y de compartir tiempo con mi yo interno que tan abandonado creo haber tenido. Sólo fue hace una semana…
Me recuerdo sentada bajo la ducha, sintiendo como el agua cálida golpeaba sobre mi espalda... Y yo no pensaba en nada. Mi mente se puso en blanco y sólo existía ese momento de paz… las gotas de agua caliente cayendo por mi cuerpo, y mi yo interior gozando de placer al sentirse amado.
Fue un fin de semana en que me dediqué a salir con conmigo; fuimos al cine, nos sentamos en un bar a tomar un café y mirar a la gente pasar, dormimos juntas… Hacía tiempo que no me sentía tan plena, con tanta vida, tan querida…
En el café conversamos… conversamos mucho. Le conté de mis andanzas, mis penas, mis pasiones… ella me contuvo, me aconsejó… como sólo una gran amiga sabe hacer. Entre otras cosas, me dijo que me calmara, que no anduviera de prisa, que pensara, que me olvide de los que los otros piensan o esperan de mí… me pidió que viviera.
Ella y yo nos tomamos de la mano, hace tan sólo una semana, y ahora siento que ya no se vivir sin su compañía. Por momentos me siento casi al borde de la locura, presiento que mi razón de fuga lentamente bajo la puerta y las tinieblas de la demencia se apoderan de mi ser.
Es entonces cuando tomo a mi yo interno de la mano y me voy con ella de paseo por los senderos de la serenidad. Pero cada vez se me hace más difícil volver, me cuesta alejarme de ella, me cuesta despedirme. Es tan placentero estar a su lado…
Hace tan sólo una semana, yo era como un barco a la deriva en altamar. No encontraba el rumbo, sentía que mi cabeza iba a estallar en mil pedazos, no encontraba consuelo para mis penas, mi alma se arrastraba por el suelo, y mi espíritu se balanceaba en la cornisa. Hace tan sólo una semana, era simplemente un alma en pena, un ser errante y vagabundo que se perdía entre la gente... un fantasma.
Ahora encontré la otra parte de mí que se había perdido, que había dejado de escuchar, que había encerrado en un placard… Me encontré a mí misma, finalmente… y no me voy a dejar escapar. No otra vez…