11 abr 2007

°o.O PASOS SILENTES O.o°



Cientos de pasos, miles de pasos, en la transitada peatonal de la ciudad de Córdoba. Puedo oírlos claramente, desde lejos ya se los oye venir con su paso apresurado, marcando el ritmo de una mañana agitada en ésta gran ciudad.
Muchos son los pies que recorren la peatonal cada día, y todos se dirigen hacia algún lugar, muchos están llegando tarde, o simplemente, no quieren perderse el colectivo de las y cuarto. Son pasos cortos y rápidos, son zancadas y hasta corridas por momentos. Son adultos, jóvenes y niños, también ancianos.
En ésta mañana de otoño, la brisa fría se cuela entre el gentío y hace tiritar a más de uno que osó salir con poco abrigo. Es uno de esos días en que uno desearía quedarse en casa tomando unos mates calentitos con facturas.
La peatonal se haya abarrotada de ruidosos pies que vienen y van. Y de pronto un silencio entre tanto taconeo. Miro a mí alrededor, pero nadie parece notarlo. Es extraño.
Sigo aburriéndome con el son monótono del paso de los transeúntes junto a mí, mientras cuestiono la normalidad de éste acto de sentarme a escuchar pasos.
Otra vez el silencio, prácticamente absoluto que se mezcla entre los tantos pasos. Ahora estoy segura de haberlo sentido, pero nadie más lo nota. O al menos lo disimulan bien.
El silencio va haciéndose cada vez más grande y los pasos se van perdiendo lentamente, casi ya no los oigo.
Entre los cientos de pies de ésta peatonal, puedo percibir levemente dos pequeños pies que se abren paso entre el resto. Avanzan tímidos, como pidiendo permiso, casi fantasmales; y están desnudos.
Los otros pies, encaminados a sus obligaciones le pasan al lado, por encima, a través… Ninguno nota la presencia de éstos otros, distintos de ellos, pero tanto o más valiosos.
Estos son pies cansados, llenos de frío, sucios de tanto andar, son pies de la calle, pies desnudos... y estos, estos son pasos silentes, pasos que quizás no lleguen a destino.