La eternidad se para frente a mí
con esa mirada de angustia
del que se sabe perdedor,
y deja ver su pena en forma
de lágrimas minuteras
que se diluyen en el tiempo.
Tras de sí, puedo ver como
las sombras, que alguna vez
me apresaron y atormentaron,
se alejan y se pierden en el horizonte
cual peregrino en busca de tierras extrañas.
El camino finalmente se abre paso
hacia ese tan ansiado encuentro que
ultimará de un beso nuestra inmortalidad.
Poeta y sofista, almas noctámbulas
caminando hacia un mismo destino final.
