No he oído jamás grito más
silencioso y desgarrador
que el de un alma desolada.
Desde el más oscuro abismo
estalla un alarido atormentado
por esa catarsis que aún no llega.
Y no hay bálsamo, solo náuseas,
y ese dolor kármico abrasador
que ni el abrazo presto consolará.
No he oído jamás grito semejante,
de los que se ahogan en la garganta,
de los que retumban bajo la lluvia.
21 feb 2008
°o.O EL GRITO O.o°
4:33 p. m.
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