La Luna, fiel amiga
de mis noches ausentes.
Su suave y blanca luz
descubre mi cuerpo desnudo,
entornado como un feto.
Coros de grillos elevan
sus melodías fúnebres a los cielos.
Cuervos sedientos de carne
revolotean sobre mí, me disputan,
presagiando un gran festín.
La nómada e inoportuna nube
se desplaza ocultando a la Luna
con su velo gris.
Las sombras reinan de repente
en la Madre Tierra,
y los viles cuervos se abalanzan
sobre mí, picoteando cada vez.
No siento mi carne,
es que ya no estoy en ella.
28 sept 2005
ºo.O LUNA CAUTIVA O.oº
10:39 p. m.
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